Antonio Tortosa, Vicepresidente de TECNIFUEGO
El 15 de abril de 2019 se produjo el terrible incendio de la catedral de Nôtre Dame, cientos de años de historia de cultura de patrimonio fueron devorados por las llamas.
En España se contabilizan 93 templos, entre catedrales, basílicas, monasterios e iglesias singulares acogidos al Plan Nacional de Catedrales (1997), entidad encargada de proteger y conservar este patrimonio histórico español, integrado por Estado, CCAA y Conferencia Episcopal.
En el “Manual Básico de Seguridad y Protección contra Incendios en Ciudades Patrimonio”, incluido en el Plan Nacional de Patrimonio Histórico, que depende del Ministerio de Cultura, sin embargo, en la carta de riesgos para las catedrales, no se contempla el riesgo de incendio. Como cada templo está gestionado por un consejo diferente, existe variedad de criterios y diversidad en la adopción de los Planes de Autoprotección, por lo que no existe un marco armonizado para la protección contra incendios (PCI) en las catedrales.
En las instrucciones del “Manual Básico de Seguridad y Protección contra Incendios en Ciudades Patrimonio de la Humanidad”, se reconoce fundamental el papel que deben jugar todos los implicados, desde los Servicios de Bomberos hasta los trabajadores para garantizar la seguridad.
La planificación de riesgos y la gestión de emergencias forman parte del proceso en el cual el material a proteger son obras de arte o sitios históricos. Hay que determinar los riesgos, establecer protocolos de trabajo para el salvamento y crear los recursos necesarios para el éxito del plan.
Un plan de PCI debe abordarse desde tres fases de trabajo: una fase preventiva, una segunda fase de extinción y salvamento; y una tercera de recuperación.
En la primera fase preventiva es necesario realizar un estudio de riesgos, con el fin de corregir las diferentes situaciones que pueden generar peligro. Durante esta fase es necesario inspeccionar cuidadosamente el edificio, sus instalaciones y si el mantenimiento es el adecuado.
En la fase de extinción y salvamento entran en juego los sistemas contra incendios instalados y los protocolos de trabajo para enfrentarse al incendio: cómo se debe proceder, desarrollo de un sistema de comunicación, etc. Una de las decisiones más trascendentales en la planificación de un incendio es la de la asignación de responsabilidades y la creación de una cadena operativa que determine quién es la persona encargada de tomar las primeras decisiones.
La última fase, denominada “de recuperación”, se centra en establecer cómo se procederá para recuperar la normalidad. Planificando la fase de recuperación, el equipo responsable deberá seleccionar los medios disponibles para la conservación de las obras salvadas.
La PCI en catedrales y templos es similar a la de un museo. Requiere sistemas desarrollados para su salvaguarda, agentes para la extinción que no sean dañinos, pero sí eficaces, con total garantía del cuidado de las obras. Algunos son: la detección de incendios precoz, con conexión a una central receptora de alarmas de incendio y que active las funciones de control programadas, y la instalación de rociadores automáticos. Además, es imprescindible realizar el adecuado mantenimiento, cumpliendo con el Reglamento de instalaciones de protección contra incendios.