Cuando pensamos en un edificio, podemos equipararlo al cuerpo de una persona, compuesto de sistemas y elementos complejos relacionados entre sí, donde la envolvente es esa “piel” que le protege.
Según el Código Técnico de la Edificación (CTE) la envolvente del edificio se compone de “todos los cerramientos que limitan espacios habitables con el ambiente exterior (aire o terreno u otro edificio) y por todas las particiones interiores que limitan los espacios habitables con los espacios no habitables que a su vez estén en contacto con el ambiente exterior”. Y aquí encontramos a la cubierta.
La cubierta de un edificio es su parte menos vista, pero una de las más importantes, ya que lo protege de los agentes atmosféricos externos como la lluvia, el viento o los rayos solares. Además de su papel de “defensa” del inmueble, este elemento es clave para garantizar una gestión eficiente de la energía. Un dato: el 35% de la energía se pierde por la cubierta, si no está correctamente ejecutada.
Las condiciones internas también son importantes para garantizar el confort y la salud de los ocupantes. Es en el interior del edificio donde está el lado de mayor presión del vapor, así que a la hora de diseñar la cubierta y decidir el sistema a instalar, debemos tener en cuenta las condiciones internas de humedad y temperatura.
“La correcta impermeabilización de la cubierta será fundamental a la hora de garantizar que esta cumpla su función, contribuyendo al buen funcionamiento de la envolvente del edificio. Además de su papel como protección ante inclemencias climatológicas, también garantiza que otros elementos, como el aislamiento térmico, no se deterioren, alargando su vida útil y manteniendo sus propiedades”, recuerdan desde AIFIm, Asociación de Fabricantes de Impermeabilización, donde se encuentran representadas las principales empresas del sector. “Asimismo, y gracias al importante esfuerzo en innovación realizado por las empresas del sector, los sistemas de impermeabilización también ayudan a reducir el impacto ambiental del edificio mediante la construcción de cubiertas ajardinadas, cool roof o solares”, concluyen.
La cubierta, primera defensa del edificio.
Cuando se piensa en la cubierta, la única preocupación del usuario del edificio es que no tenga filtraciones de agua, sin embargo su papel como parte de la envolvente va mucho más allá. Entre sus principales funciones están:
- La protección de elementos externos como la lluvia, la nieve o el sol, garantizando la estanqueidad del edificio y previniendo la aparición de patologías relacionadas con el agua o la humedad.
Según el estudio Daños en Cubiertas Planas publicado por la Fundación MUSAAT, cerca del 64,5% de las patologías presentes en los edificios con este tipo de cubierta son filtraciones o humedades generales, causadas en un mayoría por una insuficiente impermeabilización (49,4% de los casos). “De ahí la importancia de contar con una impermeabilización adecuada, prestando atención a aquellos puntos singulares que pudiesen ocasionar mayores problemas”, recuerdan desde AIFIm.
También es clave su aportación a la seguridad frente al viento. En este caso, tanto la impermeabilización como el sistema de fijaciones adoptado para su instalación serán determinantes. Para evitar problemas, desde la asociación subrayan la necesidad de realizar un correcto dimensionado de la cubierta, estableciendo el número exacto de fijaciones mecánicas necesarias para garantizar la estabilidad de la misma.
- La eficiencia energética, la salud y el confort térmico en el interior del edificio. La correcta impermeabilización de la cubierta no solo evitará patologías como el moho o las humedades, también garantizará que elementos como el aislamiento térmico puedan cumplir su función al protegerlo del exterior, alargando su vida útil. De esta manera, se logrará ahorrar energía, al tiempo que se preserva la salud de los ocupantes.
Pero, además, la cubierta puede contribuir a reducir notablemente la huella ambiental del edificio. La instalación de cubiertas vegetales o de alta reflectancia (cool roof), con las que reducir el consumo de energía y combatir el efecto “isla de calor” en las ciudades, son soluciones de última generación que sumadas a otras, como los sistemas fotovoltaicos, pueden convertir el tejado de cualquier inmueble en un gran aliado contra el calentamiento global.
Desde BMI, empresa asociada a AIFIm junto a Chova, Danosa, Soprema, SIKA, ASSA, Mapei y Renolit, también recuerdan que “para que la cubierta cumpla su papel es importante tener en cuenta la compatibilidad química –sobre todo en aquellos proyectos de rehabilitación–, la idoneidad de la cubierta prescrita para el uso del edificio, así como el aislamiento apropiado y el freno al vapor para evitar condensación intersticial y pérdida de energía”.
“Las capas separadoras son buenos aliados en proyectos de rehabilitación, siempre que vengan acompañadas de una justificación técnica”, concluyen.
Correcta instalación de la cubierta.
Ya sea en obra nueva o en rehabilitación, antes de aplicar el sistema elegido para la impermeabilización de la cubierta, es necesario revisar y asegurar el correcto estado del soporte. La preparación del mismo es clave, así que será necesario realizar catas de muestreo para conocer la realidad, detectar posibles patologías y deficiencias de la cubierta.
Como recuerdan desde ANEDI, en su Guía de Impermeabilización, “la superficie, además de ser resistente al uso que se prevea, funcionará mejor estando lo suficientemente uniforme, lisa, sin fisuras; seca y limpia; evitando sobre todo manchas de grasas o aceites”.
Sin embargo, habrá que diferenciar entre obra nueva y rehabilitación. En el primero de los casos, se puede encontrar un soporte perfectamente plano y preparado para recibir los distintos productos del sistema. Mientras, en una obra de rehabilitación es posible que haya que hacer reparaciones para garantizar la planicidad y la correcta escorrentía del agua una vez instalado el sistema.
Por eso, para evitar futuras patologías será necesario contar con un análisis adecuado del proyecto, tanto de obra nueva como rehabilitación. Si bien en rehabilitación será más exhaustivo porque habrá que conocer por qué ha fallado la cubierta, y qué hay que hacer para que no se repitan las patologías. Contar con una prescripción adecuada, con el nivel técnico necesario será fundamental para conseguir un funcionamiento perfecto de la misma frente a los agentes externos e internos.
Desde AIFIm recuerdan que “el éxito de cualquier trabajo de instalación de la impermeabilización de una cubierta pasa por seguir las recomendaciones del fabricante del sistema, además de contar con profesionales cualificados para esta labor”.